La falta de actualización del impuesto a las Ganancias, incluidas las escalas congeladas desde 2000, lo han convertido en un tributo que fue perdiendo progresividad. Gravita en forma exagerada en los ingresos de quienes se desempeñan en relación de dependencia o jubilados de ingresos medios.
Un aspecto de esa regresividad es que los que superan en muy poco el mínimo no imponible y demás deducciones no pagan la alícuota más baja -del 9%- sino del 27% o más y rápidamente quedan gravados con el tope máximo del 35%, equiparándolos a personas de altísimos ingresos.
Un reciente estudio del Iaraf (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) muestra que, sobre la base de un incremento salarial del 32%, “un trabajador que en el año 2013 percibía una remuneración bruta promedio mensual de $ 16.000 y tributaba un 2,22% de sus ingresos netos en concepto de impuesto a las Ganancias, este año deberá destinar a este fin un 6,78%, lo que representa un incremento de su tasa efectiva superior al 200%”.
En cambio, quienes ganaban $ 20.000 y este año $ 26.400, pasaron de una tasa efectiva del 6,12% al 11,58%, un incremento del 89,38%. Para un sueldo bruto de $ 30.000 en 2013, la tasa efectiva “sólo” aumenta un 24,16%.
Iaraf dice que “el incremento se verifica en todos los niveles de ingresos ejemplificados pero en una cuantía decreciente, ya que la falta de ajuste de los parámetros de los tramos de escala afecta con mayor impacto a los trabajadores de niveles medios de ingresos que ven como sus ingresos nominales quedan año a año alcanzados por alícuotas mayores, que a los de ingresos altos que ya tenían una parte significativa de sus ingresos alcanzados por la tasa máxima.